
hice míos tus versos
envueltos en el candor de tu voz.
Hay miradas que prenden mechas
la tuya, la mía prendió...
Boca anhelante de otra
que le calme la sed
y deje un ligero sabor a miel.
La mía su cometido cumplió...
Con manos temblorosas
acaricié tu fría mejilla
que calentó mi piel.
Sin previo aviso, tu aliento
en mi cuello, fuego provocó.
y así entre besos y versos
mi miedo desapareció.
Y estoy feliz porque tus brazos
son mi refugio de amor.
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