6.4.11

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¿Por qué será que cuando nos besamos, nos dan ganas de seguir besándonos?

Será que el deseo no miente cuando se cierran los ojos y unos labios se contonean sensuales sobre otros labios. Cuando esas curvas se rozan se detiene el tiempo, se quiebra el alma, se acaricia el cielo… y apetece abrir las bocas.

Será que cuando se come esa fruta, las demás ya no apetecen y quieres seguir comiendo ese manjar exquisito. Cuando esa fruta se paladea, se calma el viento, se roza la plenitud, te sabe a poco ese vaivén exquisito… y apetece abrir las bocas.

Será que al notarnos tan cercanos regando mi piel con tu piel ansiamos devorarnos. Cuando las caricias del sol y la luna beben la una en el otro, en placentero refugio, es pasión, es sentir, son ganas… y apetece abrir las bocas.

Será que la salvaje impunidad de robarnos los deseos empieza en esos pétalos silentes, o en silentes nubes. Cuando esas nubes bailan juntitas ya nada importa… y apetece abrir las bocas.

Bésame tonto, que cuando mas me besas mas ganas tengo de seguir besándote.

P.D.: Creo que si besas mis otros labios me lo mismo, pero… ¿Y si pruebas? Por asegurarnos, digo…




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