Como ese cauce oculto
del río que navega
por las aguas profundas
bajo piedras y arenas,
que sólo ve la lluvia
escasa del invierno,
y que los soles quema.
Así estás tú, mujer,
que esperas a tu amante
los muslos encendidos,
y corriéndote un río
de emociones amargas,
en zumos de acidez
en esa larga espera.
¡Ay tus sábanas blancas,
tus blancos camisones
y tus pechos de pétalos
blancos como los lirios
que en el estanque mueren!
En la ventana abierta
languidece una rosa,
y el viento de la tarde
reseca los geranios,
y hasta pierde su olor
la flor de la albahaca.
Agua fresca del río
que no lava tu cara,
¡ay el perfume marchito
de flores que se pasan!
•*Tanuha